Vaya por delante que siempre he odiado los sistemas DRM en cualquier aspecto porque desvirtuan la transparencia de la red.
Los editores de contenido ya hace tiempo que han entrado como elefantes en el mundo digital, relamiéndose por generar jugosos beneficios y ahorrarse los costes de imprenta y personal (sí, muchos aún piensan que el contenido se genera solo) y a veces nos muestran aberraciones como la que voy a relatar.
Me encanta el mundo del motor y los domingos aprovecho para leer alguna publicación del mundillo. El mecanismo utilizado consiste en ir al kiosco y hacerme con un ejemplar de Coche Actual o Auto Bild que son revistas más barats que Autopista, Automóvil, Car and Driver u otras en las que en tiempos pasados ha gastado barbaridades de dinero y de las que aún conservo montañas de ejemplares viejos.
Hoy he comprado Coche Actual porque el tema de portada de AutoBild no me interesaba demasiado y me he econtrado con una oferta de lanzamiento de la edición digital de la revista a través de http://www.motorpressdigital.com
El sistema, que incialmente parece una buena idea, se apoya en una segunda empresa llamada Zinio Digital que gestiona el proceso de compra – bien – a través del típico carrito de la compra y que conserva una librería de revistas adquiridas que se pueden descargar en cualquier momento – excelente –
Como están de promoción, se pueden descargar algunos ejemplares gratuitamente, así que me he registrado y he adquirido por 0 euros un ejemplar de Coche Actual y otro de Autorpista. El sistema ha sido muy satisfactorio hasta que ha llegado el momento de visualizar la «compra» donde son todo problemas:
Es obligatorio instalar un programa llamado Zinio Reader que sólo está dsiponible para Windows y Mac. Como estoy con el portátil, he instalado la versión para Mac, resultando en un programa es realmente nefasto: amén de que es necesario aceptar varias veces las condiciones (ridículas, abusivas y en inglés) de la licencia abre las publicaciones adquiridas a modo de lector de PDF, pero donde la visualización del ejemplar se hace a página completa y con una función de Zoom que no permite desplazarse dentro del documento. Se puede ver una captura de pantalla para contemplar la similitud del programa con un lector de documentos PDF.
Obviamente, cualquier lector de PDFs sería mucho más útil, así que me he desplazado al directorio donde se guardan las publicaciones adquiridas con la intención de abrir mi «adquisición» con un programa para leer PDFs o cualquier otro formato de fichero para la presentación de documentos maquetados. Como era de esperar, todas mis adquisiciones son ficheros con la extensión zno que únicamente pueden ser abiertos por el programa Zinio Viewer. Fisgando un poco, he podido comprobar que en esencia se trata de un PDF cifrado digitalmente con información adicional sobre el identificador de cliente y el identificador de editor.
Resumiendo, mi situación actual es tal que adquiero mi ejemplar (podría ser suscriptor y lo tendría en el buzón de casa) y me lo llevo. Puedo leerlo cuando yo quiera y donde yo quiera. También puede leerlo mi mujer y puedo prestárselo a un amigo si le interesa algún vehículo de los que aparecen en la publicación.
Cuando he leido la revista, puedo tirarla, guardarla en un armario y leer una prueba del Renault Clio Williams de hace más de 10 años. El ejemplar de hace más de 10 años también puedo prestárselo a un amigo y éste puede leerlo con sus propios ojos, con gafas, en el WC o en la terraza de su casa.
El cambio tecnológico que me proponen al principio me resultó muy atractivo porque me encantaría poder prescindir del espacio que ocupa el papel amén del «pecado ecológico» que cometemos cada vez que compramos algo de papel. Adicionalmente, podría seleccionar las pruebas por modelos y guardarlas separadas entre otra información que se peude encontrar en la web o enviársela por correo a un amigo que baja a trabajar en Tren para que la lea en su iPhone por la mañana.
El resultado ha sido un fichero único, inmanejable, ilegible, intocable y para que necesito un software cerrado, privativo y con unas condiciones de uso altamente restrictivas para leerlo. Un software y un formato de fichero que no cumplen ningún estándar y que hoy funcionan en sistemas propietarios y privativos de las empresas Microsoft y Apple sin ninguna garantía de que vayan a hacerlo en el futuro, amén de que mi adquisición digital debería estar cubierta por una garantía de 2 años según marca la LOCM vigente en España.
Por una parte admiro a los directivos de la empresa Zinio por engañar a tantos editores con los símbolos del dólar en los ojos que están condenados a la desaparición por no comprender cómo funciona la distribución digital de contenidos y por otra parte me entran unas ganas tontísimas de montar una web de compra de publicaciones en PDF de toda la vida.
Ni que decir tiene que NO pienso gastar ni un céntimo en este sistema.